lunes, 13 de julio de 2009

"Nuestros ancestros no eran tan sabios". Algunos límites a la teoría de la Multiculturalidad.


Por: Eduardo Torres Arancivia


En un excelente estudio, el canadiense Will Kymlicka (*) proponía algunos caminos para alcanzar lo que hoy parece ser un modelo de aplicación inexorable: la consolidación de Estados multiculturales y la formación de ciudadanos interculturales. En los círculos especializados cada día se va alejando el antiguo modelo que asumía la existencia de un Estado Nación con una Historia, una sola identidad, una cultura y hasta un único idioma. Tal fue el anhelo que las elites peruanas ilustradas quisieron consolidar en el Perú durante todo el siglo XX.

Esa arcaica propuesta nos contaba una Historia de héroes y villanos que empezaba en la cultura Chavín y terminaba, pasando por los gloriosos incas y los malvados españoles, con la gesta de los “próceres” de la Independencia fundando un país libre y democrático llamado “República del Perú”. Esta base mítica, como la de toda Nación –aunque más en el Perú-, sólo funcionó a medias. Y digo “a medias” pues tal cuento solo lo reflotamos cuando nos conviene: cuando la Mulanovich gana un torneo, cuando Juan Diego canta y encanta, cuando Gian Marco gana un premio o cuando Gastón cocina. También sirve para que nuestros soldados y policías mueran heroicamente y ayudará mucho si nuestra juventud debe ir a una guerra externa.

Así ha sido en buena parte del orbe desde que el nacionalismo se consolidó desde fines del siglo XVIII. No obstante, el facilismo nacionalista entró en crisis desde hace ya un par de décadas solo que, para variar, Latinoamérica se ha dado de cuenta de esto hace muy poco ¿Qué une a una quinceañera del barrio de Monterrico en Lima con una de Ilave allá en Puno? ¿Se podrán reconocer ambas como “peruanas”? Y si así lo hacen ¿En qué radica esa “peruanidad”? En suma, ¿Qué une a los peruanos? Tal vez sea difícil encontrar una respuesta satisfactoria porque tal vez ésta no existe. Lo más probable es que la idea del Estado Multicultural se imponga, lo cual sería muy coherente con nuestra realidad. En ese sentido, el Perú vendría a ser, a fin de cuentas, un conjunto de personas con distintas formas de ver y entender el mundo conviviendo en un marco territorial llamado “Perú”.

Asumir tal condición implica, pues, un verdadero reto ya que los ciudadanos de un estado así enfocado deberán abrir sus mentes a una actitud intercultural que asuma – y ahí esta lo difícil- que no todos los peruanos tenemos los mismos anhelos y gustos, ni mucho menos una forma de entender a un Dios (si lo hay) o el progreso nacional. En ese sentido, los Estados Multiculturales –dice Kymlycka- deben construir políticas incluyentes que escuchen a todas las voces, PRICIPALMENTE a las de las minorías que han sufrido injusticias a lo largo de toda la Historia.

Obviamente las tensiones que actualmente estamos viviendo indican que estamos bastante lejos de alcanzar un ideal de Estado Multicultural. Mírese el problema de las comunidades indígenas o del poblador de la selva o del quechua hablante o el de un largo etc. Pero justo aquí es donde quiero poner algunos límites a la teoría de la Multiculturalidad ¿Hasta que punto las diversas formas de entender el mundo pueden ser válidas? ¿Cuántos derechos “particulares” debería asignar un Estado que proclama la igualdad, en proporción, de derechos y deberes? ¿Cómo se vería afectado el monopolio de la violencia que tiene el Estado cuando una minoría crea tener el derecho a la insurrección ante un supuesto atentado a sus prerrogativas? ¿Hasta que punto no se esta regresando a una sociedad corporativa de Antiguo Régimen? Vayamos a los ejemplos:

Muchos peruanos dicen que nadie se puede meterse con los cultivos de coca pues estos son parte de una práctica que responde a antiguas y sabias costumbres ancestrales (eso de que la coca es la planta sagrada de los Incas). No obstante, ante esto ¿Qué debe hacer el Estado cuando se sabe que solo el 3% de la producción de esa hoja va al consumo ritual y a la elaboración de bolsitas filtrantes y el resto al narcotráfico? Otros peruanos, ante la ausencia del Estado, suelen linchar de manera más que cruel (incluyéndose a la hoguera como método) a supuestos delincuentes recogiendo costumbres del siglo XVII. Ante esto ¿debemos decir “esa es su forma de ver el mundo”? Una decena de médicos fueron asesinados por aguarunas pues estos pensaron que los exámenes ginecológicos realizados a las mujeres del pueblo eran una forma de violación sexual ¿Se debe dejar impune el crimen por una “incomprensión cultural”?

En algunas zonas del Sur andino, aunque ya de forma muy rara, niños recién nacidos son enterrados vivos como sacrificio a la tierra ¿Qué debería hacerse con la familia que procede de esa manera? Por otro lado, ¿Por qué la Iglesia católica tiene un presupuesto otorgado por el Estado cuando este se proclama laico? ¿Solo por el hecho de que más del 70 % de la población es católica? ¿Cómo debería entender la multiculturalidad el progreso económico? Lo digo por las reacciones al TLC que más parecen defender un tribalismo desfasado que la apertura al mundo. Difíciles cuestiones a responder ¿no creen?.

(*) Will Kymlicka, “Estados multiculturales y ciudadanos interculturales”. Ponencia elaborado para la presentación en el V Congreso Latinoamericano de Educación Intercultural Bilingüe (Lima, Agosto de 2002)

domingo, 28 de junio de 2009

“A cocachos aprendí” (educación estatal y Tercer Mundo en el Perú del 2009)


Por Miguel Ángel Vidal Castillo.

Nuestro país sigue perteneciendo al denominado Tercer Mundo por varias razones: altos índices de pobreza, desorden institucional, informalidad, violencia en todas sus graduaciones (del estado, de la delincuencia, del narcotráfico, del terrorismo senderista) y por el poco afán de sus ciudadanos por cimentar las bases de la democracia. Sin embargo, a mi entender, la clave para solucionar todos estos flagelos sigue estando en la inversión, por parte del Estado, en el sistema educativo.

“¿Qué tiene de malo la educación en el Perú?” la pregunta viene a resultar hasta retórica. Más del 80 % del estudiantado peruano esta en un colegio del Estado y éste último, seamos sinceros, no tiene ningún afán de proveerlos de profesores a la altura del reto que impone la actualidad globalizada. Por su parte, los profesores sub calificados se agremian en argollas politizadas que defienden derechos pero rehuyen cumplir sus más elevados deberes (actualizar conocimientos, buscar diplomados especializados, investigar, etc.). Para ellos primero esta su puesto en los predios del Estado y luego sus alumnos. Es triste decirlo, pero la educación estatal se esta llenado de malos profesores de los cuales no puede deshacerse por estar enquistados en gremios comunistas y apañados en malentendidas carreras magisteriales.

En ese campo de batalla, en el que se enfrentan la indiferencia del estado y la ignorancia de los profesores, al medio esta el estudiantado peruano. Toda esa niñez y juventud pagara el crimen de no haber tenido maestros a la altura de los tiempos. La propia desnutrición intelectual de profesores, aunada a la desnutrición física del estudiantado, solo puede formar siervos, gente sin espíritu y sin aspiraciones.

Sonaré categórico pero aquí hay dos grandes culpables para la caída libre en la educación: el Estado y los maestros. Ambos, en su informalidad y mediocridad han olvidado que deben formar ciudadanos. El primero no invierte en el gran negocio que es la educación, los segundos no salen del rollo que sostiene de que solo hay que formar universitarios al mismo tiempo de que todos ellos se hunden en el subdesarrollo moral e intelectual

“La educación es la preparación para una vida completa” decía Spencer, pero ese reto es demasiado para nuestros maestros en una sociedad en la que solo buscan sobrevivir ellos mismos. Y cuando alguien solo quiere sobrevivir olvida la pasión y le da igual si el material humano a su cargo aprende realmente a vivir en ciudadanía. Eso es muy grave. El superviviente se aferra a la balsa y no busca más allá de eso. Las redes gremiales de docentes se protegen entre ellos y evitan que la corrupción e ignorancia salgan de sus círculos ¿Quién paga esa factura? El estudiantado.

Entonces la gran consecuencia será que este país seguirá en ese estrato que los poderosos llaman “Tercer Mundo” al mismo tiempo que nuestras escuelas seguirán botando a la calle gente sin conocimientos útiles y, lo más grave, sin la facultad de ser ciudadanos. Así, los gobiernos opresores saldrán ganando pues tendrán un rebaño de ovejas a quienes mandar y no a hombres y mujeres que puedan sacarnos del pozo de la barbarie en el cual nos hundimos a cada hora que pasa.


lunes, 15 de junio de 2009

Cuando los tibios van marchando (sobre la marcha del jueves 11 de junio)


Por: Eduardo Torres Arancivia

A veces le puede pasar a uno que optar por el silencio reflexivo en soledad – duro e introspectivo- tiene más fuerza que participar en una atolondrada marcha por el centro de la capital acompañando a gente de carácter tibio que no hizo lo que debía cuando podía. Esa clase de gente, bullanguera y mete candela, suelen ser los que al momento del combate se cruzan de brazos y voltean el rostro.

El jueves pasado, sindicalistas, comunistas, nacionalistas, artistas y estudiantes universitarios (caviares y radicales) salieron a las calles a protestar sobre hechos ya consumados. A mi entender, ellos no expresaban la política del que siente simpatía por la causa de un con-nacional. Fue peor: todos ellos, ignominiosamente, enarbolaron la bandera patética del figuretismo, ese que invita a “subirse al coche” en el último minuto. Tales marchas no son sino el accionar del que estuvo con los ojos vendados y ahora quiere ver y del que viendo quiere sacar algún provecho para, luego, apoderarse de una cuota de poder. ¿Quiénes estuvieron ahí? Pues analicemos el cortejo:

Los inofensivos estudiantes de la PUCP, en su mayoría caviares, que ahora deben estarle contando a sus amigos, entre frías chelas y piqueos, sobre esta gran aventura revolucionaria enfrentando a los gases lacrimógenos.

Los pseudos artistas cuyo oficio languidece desde hace mucho en Canal 6 y que, cual saltimbanquis, solo sirvieron de amena comparsa.

Los comunistas que callaron en la anterior dictadura y que solo creen en la lucha armada cuando la democracia burguesa se los permite.

Los fósiles de la politiquería criolla, esos que aún no entienden que su hora terminó.

Los universitarios sanmarquinos, más radicales, pero que no pudieron impedir la construcción de una autopista en sus predios.

Los sindicalistas que se escondieron durante el fujimorismo.

Los congresistas que aun no saben que la verdadera lucha se hace en el Hemiciclo del Congreso, que para eso les pagamos.

Tan ilustre cortejo se unió contra el gobierno (algunos ni sabían por qué), todos los presentes querían la paz y se solidarizaron con los indígenas de la selva (¿sabrán definir lo que es ser un “indígena”?). Todos querían cambiar al Perú, pero no entendieron que lo único que revolucionaron fue el tráfico de la capital. ¡Patéticos! Todos los que ahí estuvieron no tienen plan, ni ideología consecuente, ni saben lo que quieren. Mientras tanto el Sur Andino arde, la Selva continúa desconocida, 200 personas han muerto de frío, la tuberculosis sigue vigente, en los hospitales se hace cirugía con material reciclado y el terrorismo senderista nos vuelve a mostrar su cara. La oscuridad esta por llegar de nuevo y ustedes solo marchan pues la tibieza de sus espíritus no les da para más.



viernes, 12 de junio de 2009

Adiós claustrofobia!

Claustrofobia estudiantil.
El blog de la promo XIX del Colegio “André Malraux” (Lima-Perú)

¿Quién no ha sentido una sensación de claustrofobia mientras está en un salón de clase? Pasamos muchas horas en el colegio conociendo los secretos de las ciencias, las artes y las letras pero a veces podemos llegar a sentir que estamos en otro mundo, desconectados de nuestra realidad. Hoy el Perú está, de nuevo, en momentos difíciles y sentimos la necesidad de expresar nuestras ideas sobre lo que estamos viviendo. Por ello a través de este blog buscamos acabar con esa sensación de claustrofobia, queremos salir de las aulas, hablar con el otro, y –sobre todo- discutir. Es el momento de la indignación, pues sólo quien se indigna puede cambiar su entorno, criticar lo que está mal y plantear nuevas posibilidades. Quien no tiene la alternativa ni el empeño de destruir lo que esta podrido en su sociedad seguirá siendo un niño, políticamente hablando ¿quieres seguir siendo un niño ingenuo? Pues lo dudo, así que anímate a plantear tus ideas que aquí serán bien recibidas pero, principalmente, debatidas.